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Reconozco que soy deudora del minimalismo y del racionalismo. Me ha tocado vivir y trabajar en la arquitectura y el interiorismo en un tiempo en el que la esencia y la función dirigen el proceso de diseño ausente de decoro.
Pero de ahí, hemos pasado a la dictadura del mínimal, una casa moderna es una casa en la que el vacío, el orden draconiano y la escenografía asfixian el calor humano, las emociones, la vida...
No concibo el hecho de “decorar” un espacio, el espacio surge de la agregación de los objetos necesarios, elegidos bajo parámetros no solo funcionales, sino además bellos y coherentes entre sí.
A lo largo de mi vida personal y profesional, cuando no he encontrado en el mercado lo que necesitaba, o no estaba a mi alcance, he diseñado desde vestidos, hasta lámparas, copas o muebles......y así hemos llegado a esta aventura.

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Belén Esparza Estaun